Accede al diccionario a través de cada una de las letras del abecedario. Sólo tienes que hacer clic sobre la letra elegida. A continuación, podrás usar los enlaces internos para ir de una palabra a otra. También puedes usar el buscador.
s. f.
Modalidad de escalada que se realiza en paredes o placas lisas, no demasiado verticales, que carecen de presas, de cualquier tipo de agarres o apoyos que posibiliten el empleo de los dedos o los pies durante la progresión.
La diferencia principal entre la escalada en adherencia y otros tipos de escalada en roca es la posición del cuerpo, ya que se separa de forma más acentuada la cadera de la pared. La escalada en adherencia también se emplea como técnica para superar canales y diedros resbaladizos y desprovistos de buenas presas. Casi siempre es imposible volver atrás. La tranquilidad y el equilibrio interno son las principales condiciones psíquicas para poder practicar con seguridad y placer la escalada en adherencia. Tanto en vías de adherencia como en vías de fisura o de escalada deportiva, un factor importantísimo que determina el grado de dificultad de la ruta es el control del centro de gravedad del cuerpo.
El empleo de los dedos en la escalada en adherencia es mínimo, mientras que el uso de las palmas de las manos cobra una gran relevancia. La técnica consiste en apoyar las palmas contra la pared orientando los dedos hacia abajo, en dirección al suelo. La fuerza se aplica contra la pared, como si se empujara la roca. En ocasiones, pequeños agarres en forma de regletas, pequeñas bañeras o cristales de cuarzo pueden ser de ayuda. Los brazos se mantienen abiertos con las palmas hacia abajo. No conviene extender demasiado los brazos si no se cuenta con buenos agarres, pues de lo contrario se puede perder el equilibrio. Si se deja las manos próximas a la cintura durante la progresión en terreno liso, se logra una mayor fuerza de tracción y resistencia.
Por lo que se refiere a los pies, éstos juegan un papel decisivo durante la escalada en adherencia. La escasez de regletas obliga a simplemente apoyar los pies en la pared. Para ello, se emplea sólo la planta delantera, justo debajo de los dedos, de forma que se ejerece la fuerza necesaria que permite mantener el cuerpo en la vertical y perpendicular a la pendiente. Si se bajan los talones, se pierde la fuerza de apoyo e incluso también se puede llegar a perder el equilibrio. Lo ideal es mantener los pies próximos al centro de gravedad del cuerpo.