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  • Diccionario | Glosario de montaña y geografía

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    ferromagnetismo

    n. m.

    Propiedad de ciertos materiales que se magnetizan bajo la acción de un campos magnético y permanecen magnetizados cuando el campo se anula.

    Los materiales ferromagnéticos están formados por átomos que presentan momentos magnéticos permanentes bastante elevados. Esto hace que existan interacciones entre ellos suficientemente intensas como para formar zonas en las que los momentos se alinean entre sí incluso en ausencia de campos magnéticos externos. Estas regiones se denominan dominios magnéticos. El tamaño de un dominio es microscópico y, aunque dentro de éste, todos los momentos estén alineados, entre diferentes dominios la alineación varía, de forma que, en conjunto, inicialmente el material no presenta magnetización. Pertenecen a este grupo el hierro, el cobalto, el níquel y sus aleaciones.

    Cuando se sitúa un material ferromagnético en el seno de un campo magnético, los límites de los dominios se desplazan y la dirección de éstos cambia, de forma que tienden a alinearse en la dirección del campo, formando un campo magnético en muchas ocasiones mayor que el propio campo externo. A veces el proceso de desplazamiento y alineación de los dominios no es reversible, con lo que el material queda permanentemente magnetizado. Ello depende de la intensidad del campo externo y del material ferromagnético.

    Los materiales ferromagnéticos tienen una susceptibilidad magnética muy grande, del orden de entre 103 y 105. Como la susceptibilidad magnética es adimensional, es decir, no tiene dimensiones, se considera que su valor indica la importancia relativa del campo inducido respecto al externo en diversos materiales, por lo tanto, es un indicativo de la respuesta del material a campos magnéticos externos.

    Dentro de este grupo se puede diferenciar entre los materiales magnéticamente duros y los magnéticamente blandos. Entre los primeros se encuentran aquellos que son más difíciles de imantar que el hierro, pero que no pierden su magnetismo fácilmente, como por ejemplo, el acero al carbón. Estos materiales se utilizan en cintas magnetofónicas y en discos para ordenadores. Por otro lado, la ventaja de los materiales magnéticamente blandos es que se magnetizan con facilidad pero, del mismo modo, también se desmagnetizan, como sucede con el hierro dulce. Esto es útil cuando se necesita un imán temporal o cuando la dirección del magnetismo tiene que ser cambiada rápidamente, como en el caso de electroimanes, motores eléctricos y transformadores.

    A partir de una cierta temperatura, denominada temperatura de Curie, los materiales ferromagnéticos se convierten en paramagnéticos. Esta temperatura depende del material y, por ello, es importante indicar siempre la temperatura para la que los materiales presentan una susceptibilidad determinada.

    Comparando diamagnetismo, paramagnetismo y ferromagnetismo, el efecto más intenso y que anula a los demás es el ferromagnetismo, seguido del paramagnetismo y, finalmente, bien en materiales con momentos atómicos nulos, o bien a temperaturas suficientemente altas como para que no se presente ni paramagnetismo ni ferromagnetismo, se muestran las propiedades diamagnéticas.

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