Para escalar en el Himalaya por encima de cierta altura (habitualmente 6.500 m), se han de abonar unas tasas, que cada gobierno competente renueva normalmente de modo anual. Asimismo, se abren cada temporada nuevos picos y se cierran otros. El aumento de expediciones, especialmente con la intención de ascender un ochomil, y muchas de ellas de carácter comercial, ha producido la reacción de limitar el número de expedicionarios y de incrementar el precio de las tasas. En los picos más solicitados, hay que reservar con años de antelación.
Los más adaptados a la altura son los sherpas, empleados desde las primeras expediciones no sólo como porteadores sino también como guías de alta montaña, con enorme abnegación y resistencia, capacidad de sufrimiento y servicialidad. Al jefe de los sherpas guías se le llama shirdar, mientras que el hombre occidental recibe el nombre de sahib. Desde hace mucho tiempo, los gobiernos obligan a incorporar y equipar un oficial de enlace a la expedición, una figura cuya utilidad con frecuencia ha sido cuestionada, incluso en el ámbito oficial por la UIAA a fines de la década de 1990. El actual incremento turístico, que experimentó un gran auge a partir de los vuelos chárter, plantea la posible destrucción de las culturas autóctonas, en gran parte basadas en sociedades medievales.
Al atractivo alpinístico del Himalaya, hay que sumar la popularidad de los circuitos de trekking organizados. Tienen especial fama los que se dirigen al campos base del Everest y al del Annapurna. Hay algunos picos, entre los que el más conocido es el Island Peak (6.189 m), que son considerados de trekking y no es preciso abonar tasas para abordar su ascenso.
Asimismo, hoy en día la protección ecológica del Himalaya constituye una preocupación ante el progresivo deterioro de la región, especialmente en dos ámbitos precisos: por un lado, la deforestación, sobre todo en Nepal, como consecuencia de la quema de bosques para combustible sobre todo desde la década de 1950 con el fin de abastecer a las expediciones; y, por otra parte, la acumulación de basura en los campos base (botellas de oxígeno, latas, etc.) y material abandonado en las rutas más frecuentadas.
La revista Himalayan Journal, creada en 1929 por el Himalayan Club, un año después de su fundación, es una fuente imprescindible de datos e información sobre la cordilera del Himalaya.