Las cenizas del volcán Puyehue

Después de cuatro meses tras la erupción de volcán Puyehue, el director del Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile (Sernageomin), Enrique Valdivieso, afirmaba que las cenizas del complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle darían la vuelta al mundo, puesto que se desplazaban «a velocidades bastante altas», por lo que «pueden estar dando la vuelta al mundo». Según los últimos datos, el Puyehue habría perdido cierta estabilidad, con columnas de hasta cinco kilómetros frente al doble registrado días antes. La ceniza expulsada desde el cráter podría desplazarse durante meses, puesto que «cuanto más alta está la ceniza, más se esparce».

Valdivieso consideró difícil pronosticar por cuánto tiempo más afectaría esta situación al tráfico aéreo. En cambio, vaticinó que la concentración de gas, nubes y polución en la zona se podría prolongar durante semanas. El experto comparó este fenómeno del volcán Puyehue con la erupción del año 1960, y sostuvo que se había debido a una fractura sobre el terreno. «Si tuviera otro acontecimiento importante y con fuerza podría ser un peligro para las comunidades aledañas», argumentó. Destacó el hecho de que hasta ese momento no se había derramando lava. «Creemos que lo principal podría ser una nueva fractura que arroje material en la cima del valle, esa podría ser la situación más peligrosa», concluyó.

Las cenizas del Puyehue llegaron incluso hasta Nueva Zelanda y Australia. No obstante, las cenizas constituyeron el mayor riesgo para la población de Argentina, ya que a diferencia de Chile, no cuenta con hay grandes centros poblacionales cerca de los cráteres aparte del frecuentado complejo turístico de Caviahue-Copahue en Neuquén.

La cordillera de los Andes, con más de 2.000 volcanes, es la segunda mayor concentración volcánica del mundo, después de la de Indonesia. Entre 50 y 60 volcanes han entrado en erupción alguna vez y medio millar es potencialmente activo. De los 60 o 70 volcanes potencialmente activos que se alzan en el tramo cordillerano de la frontera entre Argentina y Chile, los más amenazantes se encuentran en latitudes próximas a Neuquén y Mendoza.